Mientras el gobierno y una buena parte de los costarricenses se preocupan por el narcotráfico, el crimen organizado y las cifras récord de homicidios con 907 casos para el año pasado, una epidemia silenciosa avanza a gran velocidad en carretera.

Y es que Costa Rica vive literalmente un baño de sangre por los accidentes de tránsito.

En 2022, el país registró 847 personas fallecidas por culpa de un choque, vuelco o exceso de velocidad entre otras causas, mientras que el año pasado, la cifra subió a 855, de acuerdo con las estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), quien a diferencia de la Policía de Tránsito, sí le da seguimiento a las personas que quedan malheridas después de un evento.

Se trata del segundo y tercer registro más grande de la historia para Costa Rica, ya que en 2016 un total de 890 personas murieron tras el volante.

Sin embargo, es claro que existe una tendencia, de acuerdo con expertos consultados por LA REPÚBLICA.

“En este momento, tenemos una epidemia silenciosa. Las fatalidades crecen y nada de lo que haya hecho el Estado hasta el momento ha logrado tan siquiera contenerlas”, dijo David Gómez, consultor en Movilidad Sostenible.

En ese sentido, la velocidad es el principal enemigo de las autoridades.

Solo para el primer bimestre de este año, se ha sorprendido a más de 500 conductores conduciendo a más de 20 kilómetros por hora por encima del límite permitido.

“La prisa por llegar al trabajo, a la cita médica, al centro de estudio no debe ser el norte que prevalezca en carretera. En el primer bimestre de este año, cada 2 horas con 34 minutos, en promedio, una persona fue sorprendida al volante abusando de la velocidad, al menos, en 20 km por encima del límite máximo”, dijo Oswaldo Miranda, Director de la Policía de Tránsito.

Hacer cumplir las leyes, generar conciencia y contar con un diseño de vías con mayor seguridad debe ser el norte que siga Costa Rica en cuanto a la seguridad vial.

Asimismo, se requiere de mayores recursos policiales y poner en funcionamiento un sistema automático de multas por medio de cámaras.

“Se necesita un control más efectivo, basado en multiplicar el escaso recurso humano y echar mano de tecnología de fotomultas. Endurecer leyes no sirve si los conductores no temen ser sancionados porque saben que es altísimamente improbable”, indicó Roberto Guzmán de Chepecletas.

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